©Ismael Almeida
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Los años de amistad
y el recuerdo de un amigo ausente sirvieron esta vez de pretexto al fotógrafo Carlos
Miranda, para desempolvar viejos archivos de fotos. El abundante material recoge momentos inolvidables
de quien fue Juan Vicente Rodríguez Bonachea, uno de los más prominentes
artistas de la plástica cubana contemporánea, que falleció el 20 de julio del
2012.
Miranda
afirma que su amistad era incondicional, saliera de viaje o los años que residió
en Venezuela cuando regresaban a la Habana, se llamaban, se visitaban como si
el tiempo no hubiera pasado. Recuerda que de aquellos fortuitos encuentros y la época que trabajaron juntos, son todas estas fotos que Miranda atesora en su
archivo personal que hoy expone bajo el auspicio de Centro Cultural Cinematográfico Fresa y Chocolate y el Proyecto 23 del ICAIC, que las exhibe al público en la propia galería
del centro bajo el Título Recordando a
Bonachea, en la céntrica calle 23 del Vedado.
©Ismael Almeida
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Carlos Miranda
fotógrafo de vasta experiencia con años de labor como stillman en el ICAIC,
como fotógrafo de prensa, confiesa. —Prefiero recordarlo en esta muestra como la persona afable, poco vanidoso, noble, buen hijo y fiel amigo que
siempre fue, hablar ahora de su obra como artista sería ponerlo a competir él contra
él mismo contra el recuerdo de quien fue.
Que embarazosa tarea hablar de un creador, un artista sin hacer alusión a su obra, Miranda lo resuelve con todas estas fotos mostrando a un Bonachea entre amigos, en su cotidianidad, aquí sus amigos lo recuerdan, otros lo conocen a través de su enorme obra.
Enrique
Enrique, Arletti Roquefuentes y Carlos Miranda
La grandeza
de este artista transcendió fronteras, escribió Alex Fleites el 12 de Junio de 2012 en la
página web en el diario El Universal, tras el paso de una delegación de
pintores cubanos por Cartagena, Colombia: […] La
pintura de Vicente Bonachea es “luminosa sin estridencias, es íntima sin
impudicia; es agradable sin decorativismos; es honda sin pedantería; es erótica
sin obviedades; es risueña sin irónica malicia; es lírica sin ñoñería; es densa
sin encriptaciones; es cubana sin incurrir en las caprichosas estratificaciones
de la identidad; es simbólica en la oblicua manera en que cualquier cosa es
susceptible de representar algo más allá de su apariencia; es literaria sin ser
expresamente narrativa; y en definitiva, es universal no por participar de
ciertos estándares impuestos a priori, sino porque alude siempre a las
esencias” [...]
Miranda hoy está
feliz porque su amigo Bonachea a donde quiera que esté sabrá que no se le
olvida que por el contrario se le aprecia más por el amigo que fue. Su
prematura partida dejó un hueco enorme para quienes le conocieron y la cultura
cubana perdió a un hijo ilustre como
artista de la plástica, un pintor, diseñador gráfico y como profesor de las
artes plásticas, nos dejó su enorme legado.
©Ismael Almeida
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